Los Derechos Humanos son universales e indivisibles. Sin embargo, pasados 60 años desde la creacción de ese que es el documento más bonito de siempre - la Declaración Universal de Derechos Humanos -, siguen utilizándose diferentes excusas para violar la dignidad humana proclamada en los Derechos Humanos. El miedo y la cultura son dos de las más utilizadas serviendo, de hecho, para que no se cuestionen muchas de las violaciones cometidas en los diferentes países de norte a sur, este a oeste del planeta.
Del mismo modo que los Derechos Humanos son universales, así lo son las violaciones. Las violaciones de Derechos Humanos son universales porque se dan un poco por todo el planeta, sea en países desarrollados o en países subdesarrollados, en países pobres o países ricos, en dictaduras o en democracias. Son universales porque afectan a todas las personas. Cuando una/o es violada/o eso nos afecta a todas/os porque el mundo es un todo cada vez más global. Son universales porque la responsabilidad es de todas las personas, las que educan, las que callan, las que violan, las que no protegen...
La cultura es un elemento único caracterizador de cada pueblo, pero la cultura no justifica la violación de los derechos humanos. Hay que tener presente que cuando un supuesto elemento cultural hace daño a una persona o va contra la DUDH, éste no puede ser visto como un elemento cultural sino una violación de los Derechos Humanos.
Cuando a una mujer se la viola veces y veces seguidas, como pasa en los conflictos de la Republica Democrática del Congo, esto no se trata de una cuestión cultural. Cuando una mujer es obligada a vestir (o a no vestir) determinada ropa cogiendo el riesgo de ser encarcelada si no lo hace, como pasa en Irán, no es una cuestión cultural. Cuando una mujer recibe – por el mismo trabajo – dos veces (o más) menos que un hombre, como pasa en Romanía, no es una cuestion cultural. Cuando una mujer es agredida por su pareja o ex pareja porque iba mal vestida o llegó demasiado tarde, como pasa en España u otros países dichos desarrollados, no es una cuestión cultural. Cuando una niña no va a la escuela, como pasa en tantos países en el mundo, no es una cuestión cultural. Cuando una mujer sufre mutilación genital, como pasa en Egipto y tantos otros lugares, no es una cuestión cultural. Son violaciones de los derechos humanos.
Cuando se comenten este tipo de actos se están violando los articulos 3 y 4 de la DUDH que dicen que todos tenemos derecho a la seguridad y que no sufriremos tratos crueles; o los articulos 12 y 18 que expresan nuestro derecho a la privacidad y libertad de pensamiento; o los articulos 2 y 23 que dicen que nadie será discriminado por cuestión de sexo y que a trabajo igual corresponde igual salario, o el articulo 26 que dice que todas las personas tienen derecho a la educación. Sin embargo, más grave que esto, es que cuando se viola un derecho nunca se viola solo uno. La violación de cualquier derecho provoca y/o permite la violación de otros derechos ya que estos son indivisibles. Por ejemplo, al no permitir el aceso de la niña a la escuela (por el hecho de ser niña) estamos violando también el articulo 2 que prohíbe la discriminación por motivo de sexo, al mismo tiempo que la impedimos de futuramente tener un trabajo mejor y un nivel de vida adecuado (articulos 23 y 25), exponiendola a que más facilmente se atenten contra sus derechos.
Al hablar de derechos humanos y de cuestiones culturales, se presentan muchas controversias. Aunque en los últimos años (decadas) se hayan dado progresos importantes a nivel legislativo, la verdad es que la desigualdad sigue existiendo de manera inequivoca en todas las sociedades y culturas. Lo más dificil no es cambiar la ley sino cambiar las mentalidades, y es para eso que tenemos que trabajar todos y todas en conjunto.
No estamos hablando de conseguir más derechos que los hombres o de quitarles derechos, estamos hablando de que se respecten los derechos de las mujeres, que se hagan efectivos sus derechos, que son los mismos que los de los hombres. Las mujeres no son más que los hombres, pero tampoco menos, somos iguales y eso es lo que tenemos que reconocer todos los días en cada situación.
Los documentos que protegen los derechos humanos y las legislaciones ya existen, pero en las mentalidades permanecen los estereotipos sexistas que dificultan la educación igualitaria y necesaria para lograr la seguridad de la mujer. Las cuestiones culturales y los estereotipos sexistas se presentan de manera tan enraisgada que sirven como pretexto para violar derechos universales. El camino para la igualdad pasa por cambiar costumbres y mentalidades. Es un camino lento y dificil pero ese es el camino de cualquier cambio.
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